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fondo por el mal tiempo de los días anteriores) y en el cielo se apreciaban negros nubarrones justo por el oeste, hacia donde íbamos. Ya estaba la suerte echada, al menos hasta tarifa estábamos obligados a llegar. La cosa se fue poniendo cada vez peor, el viento arreciaba por momento, el oleaje aumentaba de igual manera y el cielo se ennegrecía como cuando hay eclipse de sol. Comenzó a llover con bastante fuerza y para amenizar más la fiesta no faltaban los relámpagos, truenos y alguna que otra descarga eléctrica que podíamos ver a corta distancia caer al agua. El Bailén navegaba muy bien a pesar de todo, la "génova", (Vela de proa) la habíamos ido recogiendo hasta dejarla en menos de la mitad y así avanzábamos, por qué negarlo, una mijita cagaítos, cuando la caña nos dio un tironazo, lo que significaba un buen bicho. Recogimos toda la génova y nos aproamos un poco al viento para que la mayor cargase menos y el barco aminorase la marcha. Estuvimos trabajando el pescado casi media hora, pero viendo que el tiempo empeoraba y que el bicho ponía cada vez más resistencia, optamos por cortar el nylon y no jugarnos la rotura de una vela por el afán de pescar. En una de las recogidas pudimos ver al animalito, nos pareció o una corbina o una palometa pero, sin exageraciones de pescador, tendría por lo menos doce kilos.

  Una vez "remontamos" el faro de Tarifa todo se fue normalizando. Dejó de llover y a la vez que nos alejábamos del estrecho la mar mejoraba y el viento fue "rolando", (cambiando) al suroeste, pusimos todo el trapo y sin más contratiempos arribamos a Sancti-Petri a media tarde, felices y con las pilas cargadas de mar para una temporadita. Cada vez que pasamos por el estrecho es inevitable un pensamiento de dolor fraternal a todas las criaturas, del vecino continente, que en busca de una vida mejor encuentran la muerte.


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