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          La cocina marinera ha sido y es solicitada por los más exigentes paladares; es muy rica en recetas todas a base de productos de la mar, pescados y mariscos. Un mariscador de La Isla que va con su hijo estudiante de vacaciones y, por tanto, "refinao y releío una jartá". El niño miraba mientras el padre llenaba con pericia un canasto de exquisitas "bocas" y al terminar le dice: ¿Papi, y ahora qué haremos con tantos moluscos?. El padre contesta: ¡Moluscomeremos, carajote!.

          Cuando las travesías duraban varios meses y era imprevisible la llegada, al depender tan solo del viento y las corrientes, la despensa desaparecía y había que subsistir a base de lo que se pescaba, era costumbre fondear en la Isla Tortuga (que debe su nombre a la proliferación de esos animalitos) y embarcar en la "sentina", (la parte más baja del barco, donde van a parar todos los líquidos y residuos) varias tortugas que hacían la función de los cochinos que se tienen en el corral de las casas de campo. Se relata en cuadernos de bitácora que salvaron muchas vidas solucionando el hambre y la sed de la "dotación", (el conjunto de los enrolados): las tortugas son capaces de aguantar sin alimento largas temporadas gracias a su capacidad de permanecer estáticas sin consumir energía apenas. Hasta que se supo que el escorbuto era debido a la carencia de vitamina C, costó infinitas vidas.

          El mundo de la mar y la navegación es interesantísimo y son innumerables los libros que lo tratan. Cuando te aburras, te aconsejo que leas sobre él, porque mi opinión, como la de mucha gente más, es que una de las mejores fuentes de cultura es leer. Desde luego, tu tiempo estará mejor invertido que tragándote rollos de la caja boba. Puedo decirte que el trato con la mar te enseña a ser puntual, (las mareas y las tormentas no esperan) ordenado, autodisciplina y cuidadoso con el entorno, aunque, como en todos los órdenes de la vida, hay quien se tira cuarenta años de policía municipal y no sabe donde está el Ayuntamiento, ¡Qué le vamos a hacer!.

          Los ibéricos, por ser peninsulares, no tenemos más remedio que querer a la mar. Nos guste o no, la tenemos en tres de los cuatro costados. Y los gaditanos, dos mares: por el Sur y el Oeste, el Atlántico y el Mediterráneo por el "Leste" (así le dicen los profesionales al Este, para que no pueda prestarse a equívoco al pronunciarlo, con el Oeste), además del "Río Grande", Guadalquivir, navegable hasta Sevilla.


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